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El duelo en la vejez

Vivimos en una sociedad en la que la esperanza de vida cada vez es mayor, a consecuencia de ello, a menudo, personas con una avanzada edad tienen que afrontar procesos de duelo por el fallecimiento de su cónyuge o incluso hijos o nietos. Estas pérdidas generan un duelo durante el cual es importante que la persona adulta mayor conozca, reflexione y organice estas experiencias en un nuevo marco de realidad.

La vejez es una etapa en la que se acumulan diversas pérdidas, tanto afectivas como funcionales y sociales. Es muy importante que los familiares acompañen a los adultos mayores en los diversos duelos que enfrentarán durante esta última etapa de su vida.

Se experimenta un proceso de duelo cuando tenemos que retirarnos del trabajo, por norma general es frecuente que se sienta ansiedad, culpa y tristeza. Esto se debe a que al dejar de trabajar sentimos que ya no somos productivos. Se trata no solo de una pérdida económica, sino también de una pérdida emocional en la que se deja de frecuentar una red social significativa por lo que se sugiere a las familias que ayuden a la persona adulta a comprender la jubilación como un tiempo gratificante donde puede hacer actividades alternativas que le brinden una rutina por la cual levantarse día a día.

Cuando entramos en la etapa de la vejez los cambios físico se van haciendo cada vez más notorios y en muchas ocasiones esta pérdida de salud genera en los adultos una mayor dependencia física y pérdida de autonomía.

La pérdida de un familiar o amigo es un reto muy importante que deberán afrontar los adultos mayores durante esta etapa ya que no sólo genera un gran dolor y sentimiento de soledad sino que también pueden llegar a verse ellos mismos reflejados en la situación del otro y por lo tanto sentir que su muerte está cerca. El duelo complicado en los ancianos a menudo se da tras el fallecimiento del cónyuge. Esta pérdida puede suponer en muchos casos el abandono de la ilusión de futuro, de vida y de proyecto.

Generalmente este duelo se alarga en el tiempo y suelen aparecer sentimientos de culpa, de soledad, inseguridad e ideas rígidas acerca de la muerte, del futuro y de la vida en general.

A estas generaciones se les inculcó la no expresión de las emociones como un rasgo de fortaleza.

En general suele darse una tendencia a sobreproteger al anciano, subestimando sus capacidades y recursos internos con los que pueden afrontar la elaboración de su duelo y adaptarse a la viudedad.

El sistema de apoyo emocional que tenga el adulto mayor será clave para elaborar un proceso de duelo saludable. Su red de apoyo proporcionará un espacio para la aceptación de la ausencia eliminando los sentimientos contradictorios y confusos que angustian al adulto mayor que podrá encontrar sentido a su vida pese a esta ausencia.

Existen muchas formas de acompañar a los adultos mayores en duelo:

  1. Contención emocional: hablar de quien murió usando el nombre de la persona fallecida, expresar el dolor, la incertidumbre sobre la vida cotidiana con esa ausencia, y pensar el pasado y el presente, permite acostumbrarse a la realidad de esta muerte y encontrar la forma de vivir sin esa persona.
  2. Ayuda práctica: uno de los desafíos que tienen que afrontar los ancianos en duelo es asumir las tareas que realizaba su compañero y volver al día a día tras esa pérdida. En vez de utilizar frases como “avísame si necesitas algo”, procura brindarle tu ayuda en las tareas cotidianas. También puedes invitarle a dar un paseo, a tomar un café…la soledad se vuelve especialmente intensa en esta etapa de la vida.
  3. Actividad física: la actividad física ayudará a cuidar su salud en ese momento especialmente delicado y también mejorará aspectos emocionales que origina el duelo disminuyendo los síntomas de la depresión. Si posee limitaciones físicas que le impidan desarrollar alguna actividad también se pueden fomentar las actividades artísticas, como la fotografía, la pintura o la música, ya que permiten la identificación y expresión de emociones.
  4. Centros recreativos: los centros sociales y de la tercera edad les permiten ampliar su red de apoyo, encontrando gente de su misma edad con quien puede compartir su experiencia de dolor mientras realiza actividades que le permiten tener un momento de distracción.
  5. Ayuda profesional: si el sistema de apoyo familiar no parece suficiente o se identifican signos de que no se está elaborando el duelo de forma saludable, la ayuda profesional puede brindar un especio en donde expresar sus emociones, pensamientos y temores sin miedo ser juzgados.

Cuando percibamos que la tristeza profunda persiste más allá de lo esperado podría ser una señal de que la tensión del duelo ha desencadenado un episodio depresivo. El dolor producido por la muerte de un ser querido va y viene, encontrando en algunos momentos alegría y gratificación. Sin embargo, la depresión implica perder cualquier mínima luz de esperanza haciendo que el doliente se encuentre en una verdadera oscuridad por largos periodos de tiempo. La sintomatología depresiva en ancianos se caracteriza por sentimiento profundos de desesperanza y vacío, ideación suicida, irritabilidad y ansiedad frecuente, problemas de memoria y concentración, quejas respecto a su estado físico y cambios en sus hábitos alimenticios e higiene del sueño.

Un diagnóstico adecuado será primordial para brindar un tratamiento médico y psicológico adecuado.

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