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¿Cómo explicamos a los niños que su padre o madre va a fallecer?

El fallecimiento de un padre o de una madre supone uno de los momentos más duros para los niños. Es una situación que, aunque sea muy complicada para nosotros, debemos anticipar y abordar con ellos lo antes posible.

Cuando recibimos la noticia de que el papá o la mamá se encuentran en situación de final de vida, es necesario que los niños sean conscientes de esa situación. Para no generarles un mayor impacto, es conveniente que transmitamos esa información con la mayor serenidad posible. Esto no quiere decir que no expresemos nuestras emociones, solo que si son demasiado intensas el niño se asustará y se empapará de ellas. Por eso debemos intentar estar tranquilos y serenos.

También es fundamental que preservemos las rutinas del niño, intentar que los hábitos cambien lo menos posible y que podamos garantizarles que todo lo que necesiten o la realización de las actividades del día a día quedarán cubiertas. 

Lo más favorable es que sea el progenitor que no se encuentra enfermo el que le ayude en esas rutinas, pero hay muchas veces que no es posible debido a la situación. En esas ocasiones lo más recomendable es que sean las personas más cercanas al niño, con las que tiene más confianza, las que se encarguen de ello. 

Cuando le transmitamos la información, es necesario hacerlo de forma adecuada para que ellos lo entiendan, adaptando el lenguaje a su edad. Tienen que entender que es algo irreversible, que papá o mamá se encuentran muy muy enfermos y que no es posible que se vayan a recuperar.

Hay muchas enfermedades que suponen un deterioro importante y se ha de anticipar esa información. Por ejemplo, podemos decirles: “El tratamiento que recibe mamá hace que tenga pocas ganas de comer y por eso se encuentra tan delgada” o “la enfermedad que tienen papá hacer que se le caiga mucho el pelo ¿Quieres que le ayudemos a cortárselo para que esté más a gusto?”.  Es una forma de darle explicaciones graduales y que el impacto para ellos sea menor.  Si contemplamos que están reticentes o se impresionan mucho, no debemos forzarles a que realice visitas al hospital o a que vea aquello para lo que no se encuentran preparados. 

Siempre debemos preguntarles, si quieren pasar a ver a sus padres, si quieren colaborar en los cuidados, si quieren decirles algo, etc. Y sobre todo, respetar lo que ellos decidan. 

Debemos responder sus dudas y tranquilizar sus miedos, no dejar lugar a la imaginación que pueden llenar de fantasías propias de la edad. 

Finalmente hay que explicar a los niños qué supone el fallecimiento, deben saber que no van a volver, también deben conocer los homenajes y las ceremonias que se van a realizar y preguntarles si quieren participar en ellas.

Como resumen, lo más importante que hay que tener en cuenta ante una situación así sería:

  • Dar la explicación de la situación de la forma más serena posible, sin esconder ni camuflar las emociones que aparezca, a no ser que sean desbordantes.
  • Dar explicaciones claras y concisas, anticipando lo que va a pasar, sin entrar en detalles excesivos o morbosos. 
  • Aclarar sobre todo que la enfermedad y la muerte es irreversible.
  • Asegurar que sus rutinas se van a mantener.
  • Facilitar su participación en las despedidas.
  • Responder con toda sinceridad a las preguntas que el niño plantea.

En la sección de recursos aparece la guía “Hablemos de Duelo” que ofrece pautas para que los adultos puedan hablar de la muerte con los niños y claves dependiendo de la edad de este. 

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